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lunes, 22 de octubre de 2012

Volver a empezar

Opinión

 
Sea por el motivo que sea, llega un momento en que surge una mirada introspectiva que se planta frente  al "abismo del mundo", y hace replantearte ciertos aspectos de la vida, en la mayoría de los casos percibimos que no están bien muchos de ellos, pero son los que hay. En ese preciso instante, como un sistema de alarma, el deber nos llama a filas y rápidamente catalogamos el sentimiento de inmaduro, ahogándolo a base de realismo, pesadillas autoimpuestas e impuestas también por la sociedad, que como tú, se repite lo mismo y que en respuesta ha establecido unas normas, que aunque imperfectas, han propiciado un cierto funcionamiento y estabilidad social, a base de desigualdades sociales, las cuales, posiblemente existirían en cualquier otro sistema dadas por la misma naturaleza. Todo este sistema forjado a lo largo de la historia nos conduce a una envenenada tranquilidad, o por contra, nos condena a una revolución violenta que propicia que no merezca demasiado la pena intentarlo, ya que parece que la sangre derramada pronto es olvida y el agua original vuelve su cauce maldito.



El grito enmudecido, el silencio callado es como el opio, la vana y dulce ilusión, el oasis que divisa el viajero en el desierto, una esperanza oteada en un horizonte perdido, una distopía. Ese futuro que nos gusta imaginar, un nuevo empezar, destruyendo incluso lo que queremos, lo sacrificaríamos en pro de un mundo mejor. Nos decimos que merecen nuestros descendientes un mundo sin los errores del presente, que una vez destruido y vuelto a levantar, basaremos nuestros esfuerzos en la educación, confíando en ella para que no se cometan errores pasados. Pero en este mundo, por desgracia, parece que siempre hay quien no entiende que venganza no es justicia, y por desgracia también, siempre hay quien prefiere comer del árbol prohibido, alegando que su fruto sabe mejor.



Es quizá por ello que podamos comer cartón con estupendo sabor a ternera de vacuno, que bebamos veneno en frasco de diseño a precio de exquisito néctar, que respiramos mierda y pensamos que huele a flores del paraíso, que muramos podridos y culpemos al madero del bosque, en lugar de a la torre de ondas, y es por ello también, que quizá sólo veamos maldad,  para luego acabar preguntándonos, por dónde está el amor.

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